Su historia cuenta
que a principio de la conquista los españoles fundaron la Isla de Cubagua, la
llamaron la ciudad de Nueva Cádiz. En un corto tiempo dicha ciudad progresó
rápidamente derivado de la extracción de perlas que abundaban en sus mares.
Durante este período los habitantes de Nueva Cádiz pidieron a los españoles una
imagen de la Inmaculada Concepción para que la población se sintiera protegida.
En
1530 llegó a Cubagua la esperada imagen, pero 11 años después, en 1541 en plena
noche buena un huracán acabó con Nueva Cádiz y así mismo con la capilla donde
estaba la Virgen.
Los pobladores de
esta región quedaron sorprendidos, ya que al salvarse milagrosamente la imagen
de la Virgen, los ciudadanos de Cubagua decidieron ponerla segura de nuevas
catástrofes, un año después, se
dirigieron a llevarla a una hacienda en El Valle de la Isla de
Margarita, donde le construyeron un pequeño santuario, cuyo lugar lleva su
nombre actualmente.
En
1608, la isla de Margarita se vio aturdida por una gran sequía. Por ese motivo,
los margariteños decidieron sacar a la Virgen y llevarla en sus hombros hasta
la Asunción.
Según los testigos de esa época, en el momento
en que la procesión llegó a esta ciudad, el cielo se oscureció, comenzó una fuerte lluvia sobre toda la isla,
dando una nueva esperanza a sus habitantes.
También
se dice que los indios Guaiqueríes la encontraron sobre unos matorrales y se la
llevaron a Palguarime para construirle allí una capilla. Luego la Virgen
apareció nuevamente en el sitio donde se le había encontrado. Finalmente, los
indígenas entendieron que era allí donde quería la Virgen ser venerada y le
construyeron un santuario.
La
leyenda más conocida por los margariteños comienza con la historia de un
pescador llamado Domingo, que buscaba perlas en el fondo del mar y se le
atravesó una enorme Mantarraya que le perforó la pierna con su aguijón venenoso. Por esta situación
Domingo se le formó una infección y los
médicos decidieron amputarle la pierna para salvarle la vida
La esposa de Domingo
al enterarse de la situación, fue a pedirle con mucha fe a la Virgen del Valle
por la salud de su amado. Luego de un
tiempo el pescador se le ha cicatrizado su herida de manera milagrosa, por lo
que le prometió a la Santísima que en pago le ofrecería la primera perla que
consiguiera. Fue al mar y al abrir una ostra, consiguió una perla que
reproducía con asombrosa fidelidad la forma de su pierna y hasta el rastro de
su cicatriz. Un hecho que de alguna manera confirma este asombroso relato, es
que la perla que encontró Domingo se puede observar en el museo del santuario,
junto con numerosos objetos de oro, plata y piedras preciosas que le han
regalado a la Virgen en pago de milagros concedidos.
Conmemoración
de los 100 años de la Coronación Canónica de la Virgen del Valle. 8 de Septiembre del 1911- 2011
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